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Gobernanza Hídrica: Cada prompt tiene un precio

  • Foto del escritor: Marcelo García Almaguer
    Marcelo García Almaguer
  • hace 4 días
  • 3 Min. de lectura

Huella hídrica de chat GPT tiene costo alto
La huella ambiental de la inteligencia artificial: el costo oculto de una revolución digital.

En el siglo XXI, los datos no solo alimentan las decisiones: definen el desarrollo estratégico de un país. Y detrás de cada sistema de inteligencia artificial, hay una realidad física ineludible: la infraestructura energética y computacional que los hace posibles.


Un reciente informe del Laboratorio Nacional Lawrence Berkeley, solicitado por el Congreso de los Estados Unidos, confirma esta tendencia. Según el estudio, los centros de datos estadounidenses consumieron el 4,4 % de la electricidad nacional en 2023, y se espera que esa cifra alcance hasta un 12 % en 2028. Esto supone un salto de 176 TWh a entre 325 y 580 TWh en apenas cinco años. El reto de nuestra generación: sostener el crecimiento digital sin comprometer el medio ambiente de las próximas generaciones.


Frente a este escenario, Estados Unidos ha impulsado alianzas público-privadas como el megaproyecto Stargate, con una inversión de hasta 500 mil millones de dólares, reúne a OpenAI, Oracle, SoftBank y MGX en la creación de Centros de Datos dedicados al desarrollo de IA. Su objetivo: garantizar la supremacía de la IA global desde territorio estadounidense.


Lo anterior, se dio en respuesta a las acciones emprendidas por su principal competidor, a través del Plan Nacional de IA que propuso China, el cual apunta a convertir al país en la potencia dominante del sector para 2030, con una inversion de 150 mil millones de dólares. A diferencia del enfoque descentralizado estadounidense, el modelo chino se basa en una planificación estatal integral, como pilares de una estrategia nacional.


¿Cuánto cuesta usar ChatGPT? El costo oculto de la IA


Más allá del acceso gratuito o mediante suscripciones, cada interacción con modelos de IA generativa como ChatGPT que cuentan con billones de parámetros conlleva un costo ambiental directo e indirecto: consumo de agua y electricidad en cantidades industriales.


Cada vez que haces una pregunta a ChatGPT, se consumen aproximadamente 2.9 vatios-hora de electricidad, unas 10 veces más que una búsqueda en Google. Y eso no es todo: enfriar los servidores que procesan estas consultas requiere enormes cantidades de agua dulce limpia para prevenir la contaminación.


Una sesión de 10 a 50 preguntas puede implicar el uso de hasta 2 litros de agua potable, según el estudio realizado por la Universidad de California Riverside y la Universidad de Texas en Arlington.


Con aproximadamente mil millones de interacciones diarias, el uso anual de agua de la IA se estima entre 7.3 y 18.25 mil millones de litros, lo que equivale a llenar el Estadio Azteca entre 8 y 21 veces al año.

IA consume 18.25 mil millones de litros equivale a llenar el Estadio Azteca de agua 21 veces al año.

En este tablero global, México emerge como un actor geoestratégico, especialmente por su acceso a recursos naturales como el agua. La reciente discusión bilateral sobre el cumplimiento del tratado internacional histórico de aguas con EEUU ha cobrado relevancia de nueva cuenta. No se trata solo de agricultura o consumo humano: se trata del sostenimiento físico del ecosistema digital.


¿Está México preparado para negociar su lugar en la nueva cadena de valor de la IA? La respuesta está en su capacidad de regulación, planeación energética y diplomacia. Vamos por partes.


Los sistemas alimentarios han sido históricamente reconocidos por su alta demanda hídrica, pero gran parte de ese consumo proviene de fuentes renovables, como el agua de lluvia conocida como Agua Verde, que se reintegra naturalmente al ciclo hidrológico. En contraste, los Centros de Datos que procesan millones de solicitudes diarias— dependen de agua potable extraída, conocida como Agua Azul, utilizada solo para refrigerar servidores industriales de alto rendimiento. Esta realidad, aún poco visible, nos obliga a ampliar la noción de huella hídrica: ya no se limita al agro, se extiende al mundo digital.


Mientras la escasez de agua se ha vinculado con la producción de alimentos, el crecimiento acelerado de LLM son un ejemplo que el entorno digital genera un alto impacto hídrico que esta escasamente regulado.


La inteligencia artificial no es magia. Es el resultado de una red global de servidores, electricidad, refrigeración e infraestructura, y su desarrollo tiene un impacto ambiental brutal.


¿El mundo esta preparado para usarla con conciencia ecológica? No se trata de detener el avance tecnológico, para nada, sino de exigir a las grandes empresas una innovación responsable: Centros de Datos sostenibles, la regulación ambiental para los gobiernos, y como siempre hemos promovido en esta institución académica: la educación digital con enfoque ético.


Cada prompt cuesta, y su costo no es barato. Así que la próxima vez que uses una herramienta con IA, recuerda: no es solo una respuesta automática. Es una cadena global de recursos que merece ser gestionada con inteligencia, pero sobre todo con mucha responsabilidad.


 
 
 

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